viernes, 12 de marzo de 2010

CALLA LA TIERRA


Calla la tierra perseguida por esta agua de invierno que no cesa.
Y calla también como antes calló el río, manantial que desde entonces, en el enero aquel de hace más de un año, se convirtió en sospechoso de retener en su corriente, en lo profundo de sus lodos, en su ribera ancha y antes lúdica pero que desde que ella ya dejó de ser esperanza para convertirse en incertidumbre, todos miramos recelosos porque no quiso decirnos dónde la tiene, qué fue de ella, donde dejó su cuerpo…
Hoy calla la tierra húmeda, harta de tormentas y de grises en el cielo, que desde el invierno en el que dejaste de estar nunca fue claro del todo, como tampoco lo fueron las aguas de ese río donde todos te buscamos, aunque no estuviésemos allí pero que al pasar por su lado, para cualquier cosa, al acercarnos por cualquier motivo a la ciudad, siempre miramos de reojo por si acaso, por si cualquier signo tuyo se nos presentara de golpe y terminar así con esa angustia que no cesa.
Pese a la distancia, tu ausencia se ha hecho nuestra, ha estado con nosotros, como si algo nuestro faltara en nuestras casas pese a la lejanía de la tuya, de los tuyos, que nos separa físicamente pero que sin embargo todos sentimos tan cercana, tan familiar, tan nuestra…
No ha querido la tierra ponernos tras la pista de tu cuerpo, no ha querido señalarse ella tampoco ni involucrarse en nada que tenga que ver contigo.
Puede que ni ella sepa que fue de ti, qué pasó aquel día, que hicieron contigo esos perros cobardes sin valor que atentaron contra ti y desde ese mismo instante contra todos nosotros.
Quizás sea mejor el no encontrarte, aunque estas palabras hieran sentimientos y como no, no sean compartidas por quienes te tendrán para siempre clavada en su sangre, en su alma, en su memoria, en su día a día.
Quiero pensar y lo digo, que el no encontrarte, es dejar un leve resquicio a la esperanza, a dejar la puerta abierta a que todo esto sea un mal sueño que hemos tenido todos y que, un buen día, entres de nuevo por las puertas siempre abiertas de tu casa y de las nuestras, sentir de nuevo los pasos por el pasillo como aún hoy seguramente los tuyos los sienten cada vez que se abre esa puerta en tu casa, escuchar tu voz que durará siempre entre los tuyos, sentir tu aroma juvenil a cada momento, en todos y cada uno de los rincones de esa, tu casa que desde hace más de un año, vuelvo a repetir, es la nuestra.Así, mientras tu cuerpo no aparezca, mientras te siga negando la tierra, el río y mil sitios donde te busquen, serás siempre ese brote verde de esperanza que esperará encendido en los corazones y sentimientos de todos los que, durante todo este tiempo, hemos buscado y encontrado la cercanía, ya no solamente a ti Marta, sino que también hemos sido parte de esta gran familia que tu ausencia ha creado

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