lunes, 7 de diciembre de 2009

JUICIOS PARALELOS

Hay ocasiones en los que es más conveniente el no decir nada con tal de no señalar a nadie y evitar así, ya no sólo la confusión del personal, de la gente, sino que también evitar así juicios paralelos, al margen de la legalidad que después tienen el inconveniente de, aparte de no ser verdad, el de dejar a los pies de los caballos a cualquier persona sin presumirle tan siquiera, el beneplácito de la duda.
Recientemente, en casi todos los medios de comunicación, se dio por echo que, una menor había sido más que menos asesinada a manos de la pareja de su madre.
Bien es cierto que el caso no iba a ser, desgraciadamente, ni el primero ni el último que se produce, pero lo que no es tolerable y como después se ha demostrado, este señor resulta que ni tocó lo más mínimo a la menor y que todo fue debido a un fatal accidente.
Casos tan desgraciados como este están siempre presentes, porque tendemos a dar por echo algunos acontecimientos de lo más espantosos que se nos puede venir a la cabeza sin tan siquiera esperar, como debiera ser normal, a que la justicia o alguien autorizado y con todas las pruebas en la mano, pueda dar fe de todo lo que ha ocurrido para, con esas pruebas, ser rotundo al afirmar noticias tan drásticas como estas.
Como padre, como después se ha sabido que este hombre tinerfeño no ha tenido nada que ver con la muerte de la hija de su compañera, ¿con qué cara sale uno ahora a la calle después de haber sido señalado por todos?, ¿cómo se cuantifica ese daño que se le hace a un inocente que encima tiene la tragedia ya de por vida de no tener a la hija de su pareja con ellos?,¿quién es el culpable de que estas noticias no se contrasten y se den por echas desde el más absoluto de los desconocimientos?.
Nuestra sociedad está abandonando el modelo de presunción de inocencia de una manera nada aconsejable y que todos merecemos, tal y como está contemplada en el código penal: todo el mundo es inocente hasta que no se demuestre lo contrario.
Porque sólo así podemos ser iguales todos ante la ley, sin nada que nuble el esclarecimiento de la verdad, sin juicios de valores paralelos que acarrean tan nefastas consecuencias a quienes, en esos momentos, ven vulnerados sus derechos más fundamentales.
Ya está bien de basar nuestras informaciones en ejemplos más típicos de programas del corazón, influencias que están tomando algunos medios de comunicación y nosotros mismos, la sociedad en general, para hacer polvo la vida de las personas, como es este caso el del hombre de Tenerife, que ya no sólo vivirá con esa tragedia para el resto de sus días sino que además, tendrá que tener siempre en la memoria los días en los que fue portada en todos o casi todos los medios de comunicación que, inconscientemente, no contrastaron la noticia, haciendo a este hombre doble victima.