lunes, 19 de diciembre de 2016

PREGÓN REYES MAGOS 2016 VILLAMANRIQUE DE LA CONDESA



Bueno, pues como ya muchos sabéis, este año he tenido la suerte de ser el elegido para pregonar la Cabalgata de Reyes Magos 2016 en nuestro pueblo, Villamanrique.
Y como son muchos los que me habéis pedido que le gustaría leer el texto del cuento pregón al que titulé LA LIGA DE LOS ABUELOS MARAVILLOSOS, pues que mejor que aquí en este mi blog para ponerlo y que los que queráis lo leáis con toda la atención y el cariño que yo le puse al escribirlo.
Espero os guste y lo dicho: ¡¡YO TAMBIÉN QUIERO QUE LOS REYES PASEN POR VILLAMANRQUE!!






La noticia corrió como la pólvora por todas y cada una de las calles del pueblo.

Corrió la voz a la velocidad del viento y pronto, demasiado pronto, aquello que iba a pasar estaba ya en boca de todos sus habitantes:

De Barriada de Mures a Juan XXIII,
De allí, a la  calle Santiago, a Manuela Macías,
también llegó a Calle Pascual Márquez, a Goro Medina,
Espinaderas, a la Barriada El Olivo…

Y así, sin detenerse, en todas y cada una de las calles y casas
la notica llegó a sentirse como si hubiese sido una bomba……..

¡¡QUE NO VIENEN LOS REYES MAGOS!!

El día había amanecido como de costumbre, sin grandes novedades.

Debía de ser últimos de septiembre, tal vez principios de octubre, no lo recuerdo, pero sí recuerdo que el día, que había despertado radiante y aún con el verano sin querer irse, de buenas a primeras y tras las noticias que el viento traía, perdió de pronto su alegría para convertirse en un día gris y plomizo y uno más para el olvido.

No se hablaba ya de otra cosa: en la carnicería de Pedro Urbina, en la panadería de Antoñita, en la cola de la caja de ahorros; mientras esperaban a ser atendidas dos o tres mujeres en la ferretería de Bermejo, en el barullo que se forma en las conversaciones de quienes, a esa hora, estaban desayunando en el pub del Gallego, en quienes estaban esperando a que les tocara su turno en el consultorio médico.


Mientras, ajenos a todo lo que pasaba, los niños en el colegio, en la guardería, en el instituto los más grandecitos… sin saber y sin poder imaginarse lo que ya estaba en boca de sus mayores.

En el recreo, ya un pequeño grupo de niños de cuarto de primaria del San Pedro de Zuñiga, mientras hacían el reparto de quién estaba en un equipo u en otro para jugar al fútbol, dejaron de lado el balón y, con la cara casi descompuesta, cuchicheaban entre sí porque, sin saber muy bien cómo, la noticia también había llegado hasta ellos:

-        ¡¡que sí, que me lo ha dicho la maestra de sociales!!
-        ¡¡siiiii hombreeee, tú estás loco!!! , ¡¡eso no se lo cree nadie!!
-        ¡¡pregúntale, pregúntale, verás como sí!!

Allí que dejaron el balón y fueron a preguntarle a la señorita que, mientras vigilaba, hablaba con otros compañeros mientras disfrutaban de la sombra que aún apetecía.

-¡¡Señorita, señorita, mira lo que me ha dicho este; que dice que este año por Villamanrique no van a pasar los Reyes Magos!!
¡¡Eso como va a ser!!

- De eso  me he enterado yo Roque – que así se llamaba el niño que muy contrariado se había dirigido a la profesora – pero no me creas porque yo no soy de aquí y puede que me haya enterado mal de la noticia.

- ¡¡Tan malos hemos sido los niños del pueblo como para que Los Reyes no quieran pasar este año por el pueblo!!

Las dos horas después del recreo se hicieron interminables para los chiquillos del colegio porque ya no se hablaba de otra cosa entre ellos, y entre materia y materia que los profesores trataban de explicar casi sin éxito,
 ellos, con cara de triste y enfadada, no podían de dejar de darle vueltas a lo que hacía unas horas se habían enterado.

Nada más salir por la cancela, con las madres y padres que esperaban para recoger a los más pequeños;

Mientras los abuelos trataban de localizar a los suyos en aquel barullo de carpetas colgadas a la espalda, de carreras, de gritos, de todo…,

Nada más acercarse los niños a quienes les esperaban, la pregunta, como no podía ser otra, era siempre la misma.

Por supuesto, la contestación solía ser la misma:

 - de eso me he enterado yo hace también un rato y como tú me he quedado, que no salgo de mi asombro.

En el almuerzo, en todas las casas, la misma conversación; incluso hubo padres que tuvieron que secar alguna que otra lágrima y tratar de quitar importancia a lo que a los niños les preocupaba.

Ya por la tarde, cuando los deberes y las más pesadas tareas extraescolares dieron un respiro,
 y mientras trataban de jugar  en una placita al balón, Roque, nuestro protagonista, con un grupo de amigos de su misma edad y que también andaban dándole vueltas a la noticia del día tuvo una idea:

- ¡¡Vamos a hablar con mi abuelo, que él tiene ideas y soluciones para todo!!

- ¿tu abuelo va a solucionar el que los Reyes pasen por Villamanrique?

- mi abuelo lo arregla todo y sabe un montón – dijo Roque a su amigo- Además, tiene un solar con un cuartillo en el corral de su casa donde pasa las horas escuchando la radio y se entretiene haciendo castillos y belenes que luego regala entre la familia o entre sus amistades porque La Navidad le encanta.

Allí que fue toda la patulea en busca del abuelo de Roque, con la esperanza y la ilusión de encontrar a alguien que tratase de solucionar aquél entuerto con el que se habían tenido que topar horas antes sin comerlo y sin beberlo.

La abuela no estaba, pero en el corral, en el cuartillo del fondo, se podía escuchar la radio puesta cantando por Antonio Molina, mientras que el abuelo repasaba con una lija un trozo de lo que luego sería las paredes de un gran castillo de un belén en una montaña imaginaria.

Los cinco niños, más no eran, entraron como a borbotones a donde el abuelo sin que a este le diera tiempo tan siquiera de quitarse las gafas del cerca llenas de serrín y de virutas de madera que siempre llevaba mientras hacía aquellos menesteres.

- ¡¡Abuelo, abuelo, venimos a hablar contigo urgentemente!! – dijo Roque bastante serio y preocupado.

- Uuuuh, mala cuenta esa urgencia que tú traes. Ya vienes en busca de algo que tus padres no te han dado, ¿eh gachón?

- No abuelo, se trata de algo muy importante y que nos hemos enterado esta mañana en el colegio. Resulta que dicen que este año, los Reyes Magos, no van a pasar por Villamanrique.

El abuelo, que algo había oído sobre la noticia, al ver la cara de preocupación de Roque y sus amigos, al ver  el brillo en los ojos de su nieto y ante la desilusión que todos traían al entrar en el taller, queriendo quitar hierro al asunto y calmar los ánimos de los chavales, tomó aire, se quitó las gafas del cerca y, tras respirar hondo, buscó palabras que, por lo menos, tranquilizaran a quienes la ilusión estaba a punto de perder:

- No preocuparos Roque… Eso también escuché esta mañana cuando salí a hacerle dos o tres mandaos a la abuela.
Pero, escucha lo que te digo: mientras haya abuelos en el mundo, mientras los padres de los padres de los niños de este pueblo y de la mayoría de pueblos del mundo, no bebéis tener temor ninguno porque no os quedaréis sin tener vuestro día de Reyes.

- ¡¡Ya, pero abuelo, ¿a quién le vamos a escribir este año la carta?, si dicen que no van a pasar, ¿a quién se la vamos a dar?!!

- Ellos no necesitan físicamente las cartas, Roque. Les he suficiente con que cada cosa que se les pida se las pidas con ilusión y con toda la fuerza que tú corazón sea capaz.

- Abuelo, -dijo Roque algo contrariado- el año pasado le pedí la pley  y aquí no vino nada de eso.

- Ya Roque, pero no olvides que los Reyes Magos son eso, Magos de la Ilusión y saben bien que hay cosas que no siempre, aunque  los niños las pidan, son necesarias ni imprescindibles.

- ya abuelo, pero… ¿no dices que hay que pedirlo con ilusión?; ¡yo lo hice!

- ya, pero  Roque que son muchos los niños en el mundo que, al igual que tú, piden miles de cosas a Sus Majestades, y ellos hacen todo lo posible por contentar a todos.

Date con un canto en los dientes porque la mayoría de las cosas que pediste estos años atrás las tuviste, y recuerda que seguramente, muchos fueron los niños que pidieron con la misma ilusión que tú y que, por causas del destino, no tuvieron la suerte que tenéis los niños de ahora.

- entonces abuelo, ¿tú crees que Los Reyes pasarán por Villamanrique?

- no lo dudes Roque, podéis dormir tranquilos tú y tus amigos.

Pocas veces que yo recuerde Los Magos de Oriente han dejado de pasar por el pueblo… y eso que no vayas a pensar que siempre Los Reyes han venido como los conoces ahora:

contaba mi padre que, antiguamente, venían Los Reyes en sus camellos, con su corte de pajes a caballo y en sus cerones llevaban sólo caramelos de mil sabores que los niños se desvivían por coger cada vez que Melchor, Gaspar y Baltazar, a manos llenas, llenaban de sabor y de alegría las calles de nuestro pueblo.

También me contaba mi madre, querido Roque, que en su tiempo, al despertar en la mañana de Reyes del 6 de enero, eran más que felices al encontrar que Los Reyes Magos le habían dejado un canastito con caramelos la mañana del día de Reyes.

Esto de las carriolas, de los tronos, que está muy bien, no lo discuto, no te creas que ha existido siempre… Cuando yo era chico a caballo recorrían Los Reyes las calles del pueblo.

- ¡¡¿pero van a pasar o no abuelo?!!




- Que te he dicho que sí, no seas pesado.

 Que yo recuerde, sólo una vez estuvieron a punto Los Reyes de no pasar por el pueblo y un par de meses antes y gracias a unos cuantos vecinos del pueblo que por las mañanas, antes de salir a trabajar, tomaban café ahí abajo,  en el Loro, aquí en el pueblo y,  como ahora, ese año no iban a venir Los Reyes, poniendo todo lo que estuvo en sus manos, consiguieron en un par de meses organizar una cabalgata como Dios manda, nunca mejor dicho…

¿Quiénes eran Diego que no me acuerdo?,:
 Cambriles, Juan Galindo y Paco José Ruiz fueron ese año los que encarnaron a Los Reyes magos!!

Bueno, irse ya que seguramente vuestros padres no saben dónde estáis y no vaya ser que por mi culpa os llevéis una riña.
Dormid tranquilos porque todo tiene solución y esto quedará como una anécdota más que, el día de mañana podréis contar a vuestros nietos.

Salieron algo más aliviados de casa del abuelo pero de la cabeza de Roque no acababa de desaparecer el temor a que Los Reyes no pasaran por el pueblo,  y que aquello, finalmente, se hiciesen realidad.

Ya en casa terminó de hacer algunos deberes y después de la ducha correspondiente y poca cena, el sueño ya le rendía y pronto se fue a la cama que mañana había que madrugar, y luego le costaba mucho trabajo levantarse cuando su madre los despertaba a sus hermanos y a él para ir de nuevo al colegio.

Se metió en la cama y casi al instante, no más de cinco minutos, el sueño vino a abrazarlo de una manera radical y profunda.


- ¡¡Despierta Roque, despierta, que nos están esperando!! – sonó una voz que hizo que a regañadientes lograra abrir los ojos.

- ¿Qué pasa abuelo, qué haces aquí?

- despierta que nos están esperando y no tenemos tiempo que perder.

-¿quién nos espera abuelo a estas horas?, ¡déjame dormir un rato más!

- hay algo que esta tarde no te he contado y por eso estoy aquí sin que nadie lo sepa.

Los ojos de sorpresa de Roque se abrieron entonces así de par en par y pusieron toda la atención en lo que su abuelo comenzaba a contarle….

- he venido porque esta tarde no te he contado toda la verdad que ahora sí quiero que sepas.

Nada más salir de casa y viendo la gravedad de la noticia que me traías, como abuelo tuyo que soy y después de varias llamadas y de indagaciones, he contactado con La Liga de Los Abuelos Maravillosos y me han dicho que, urgentemente y a toda velocidad posible tenemos que acudir a una cita esta misma madrugada con un secretario de Sus Majestades Los Reyes de Oriente que, casualmente, está alojado en un palacio muy  cerca de aquí en visita privada  y nos va a recibir.

- ¿La Liga de Los Abuelos Maravillosos?, ¿qué me estás contando abuelo, de dónde has sacado eso?... si suena a una peli de superhéroes!!  

- es largo de contar Roque y no hay tiempo que perder, ponte las zapatillas que nos vamos. No hagas ruido no vayas a despertar a tus padres y a tus hermanos y para qué queremos más. Saldremos por la ventana. Mi coche nos espera.

Sin pensarlo y casi de un salto, Roque salió veloz de la cama y, siguiendo a su abuelo, salieron los dos por la ventana rumbo al coche que en la puerta los esperaba.

- abuelo,¡¡pero si tú ni sabes conducir ni tienes coche!!, ¿de dónde lo has sacado?

- no hagas más preguntas que todo no se puede saber de golpe, niño. Tú hazme caso, sígueme y sube al coche.

El abuelo al volante, Roque de copiloto, en un santiamén se encontraron sobrevolando pinos y encinas.
Campos de olivos y de naranjos, arrozales, marismas, dunas de arena, la playa y más pinos de nuevo mientras bordeaban la costa.

Por fin aterrizaron en un Palacio entre aquella frondosidad de pinos.
Al instante Roque reconoció el lugar: el palacio de Doñana ya que hacía poco que había estado allí de excursión con el colegio.

- ¡¡Pero abuelo, explícame qué hacemos aquí; ¿a quién venimos a ver?!!

- Vuelvo a decirte que es complicado para que lo entiendas, pero venimos a ver al secretario de los Reyes Magos, el Cartero Real que, como bien sabes, y como este año los Reyes no van a pasar por Villamanrique, ha venido a explorar nuevas rutas para que sus majestades tengan bien claro el camino que deben tomar la noche del 5 de enero.
Debes saber que desde tiempos ancestrales
Como te he dicho, la Liga de los Abuelos Maravillosos, a la cual hace muchos años que la mayoría de los abuelos del pueblo y del mundo pertenecemos, ante la posibilidad de que los planes de los Reyes se hagan realidad, hemos decidido que sería conveniente que un niño venga aquí a hablar en persona con el Cartero y hacer todo lo posible para convencerlo de que, pasar por el pueblo, por Villamanrique, es la mejor opción que los Reyes pueden tener en una noche tan mágica.
¿Te sientes preparado?, es una gran responsabilidad y debes saber que hablarás en nombre de todos los niños del pueblo.

Roque sintió un gran temblor por las piernas y por primera vez en toda la noche sintió un poco de miedo ante tanta responsabilidad.
Pero, a pesar de los nervios, de aquella extraña sensación, hizo suya aquella misión y  entró en el salón de la mano de su abuelo y  donde el Cartero Real se hallaba.

- Aquí le traigo, Señor Cartero a Roque, mi nieto, que como usted ya sabe está bastante contrariado con la noticia de que sus Majestades no pasarán este año por nuestro pueblo Villamanrique.

Dice, y creo que en eso tiene razón, que si tan malos han sido este año los niños de Villamanrique para que no pasen los Reyes por el pueblo.

Y que si no hay Reyes tampoco tiene sentido La Navidad en sí, puesto que estos vienen donde el Niño Dios ha nacido y aquí en Villamanrique, créame lo que le digo, también nacerá el próximo 25 de diciembre.

Roque se soltó de la mano del abuelo, dio un par de pasos frente al Cartero Real que en su sillón escuchaba las alegaciones del abuelo y, al principio con voz temblorosa pero luego con voz más segura, se dirigió al secretario:

- Mire Usted Señor Cartero… yo creo sinceramente que Sus Majestades están equivocados.

 No puede ser que dejen de pasar por Villamanrique siendo esta la tierra de María por excelencia, un pueblo que tiene a la Virgen siempre en un altar y María será la madre del Niño que en Nochebuena nacerá.

¿Cómo va a ser que tal error sea posible sin que nadie caiga en la cuenta y lo remedie?

Además, creo hablar por la mayoría de los niños del pueblo, que por nada del mundo merecen pasar por la situación de no poder disfrutar de su noche de Reyes el próximo cinco de enero.

No es justo señor cartero y Los Reyes deben saberlo.

Que sí, que puede que alguno que otro hayamos sido un poco más travieso de lo normal, no lo discuto, pero de eso a tomarse tan a pecho sus Majestades las cosas como para no querer pasar por nuestro pueblo, creo que ni es justo ni los niños de Villamanrique se lo merecen.

Porque los niños somos niños siempre señor Cartero, y en mi opinión pienso que todos tenemos derecho a que nuestra ilusión y nuestra inocencia no se vea salpicada por sabrá Dios que cosas.

¿No cree usted señor cartero, al igual que deben creerlo Los Reyes Magos, de que, acaso los niños de Alepo, de Siria, de cualquier país del mundo
 envueltos en guerras, hambres y necesidades,
 no merecen que su infancia se vea respetada y tenida en cuenta a la hora de que los mayores se embauquen en batallas innecesarias,
 en guerras sin lógica y sin pies ni cabeza, y que seamos los más inocentes los que suframos los estragos de la avaricia y codicia de los adultos?

¿A caso no creen sus majestades que, al igual que mi abuelo que aquí me acompaña y comparte mis preocupaciones, no hay abuelos en esos países donde la miseria y la guerra les obliga a abandonar sus casas, sus pueblos, sus ciudades, y que esos abuelos no sufren ante el futuro incierto y desesperanzador que a sus nietos les acosa y les atormenta?
Soy un niño,
y aquí reivindico el derecho a la ilusión de todos los niños del mundo,
 sea cual sea su país de origen, raza, religión.

Y tenemos derecho a que se nos respete como niños y a que nuestros sueños, ilusiones y esperanza no se vea amenazada ante la irracionalidad de los mayores…

Por eso, Señor Cartero, en representación de ellos y en nombre de los niños de Villamanrique en particular,  quisiera que sus majestades reconsideraran la situación y pasaran, ya no sólo por mi pueblo, sino por todos y cada uno de los pueblos del mundo en esa noche mágica y de ilusión como es la noche y el día de Reyes.

Atento a las palabras de Roque, con una mano en la barbilla, la cara seria y compungida, fue entonces cuando en aquella gran estancia resonó aún más seria todavía la voz del Cartero Real:

- Estoy de acuerdo con todo lo que me dices Roque.

Para ser un niño, creo que tus palabras son más sabias que muchas de las de que he podido escuchar en todos los lugares del mundo por los que cada año recorro.

Pero, ¿por qué tanto empeño en que Sus Majestades pasen este año por tu pueblo, por Villamanrique?
¿Alguna razón en especial?...;

me parece sorprendente que, diciendo como dices que todos los niños del pueblo quieren que sus Majestades Los Reyes Melchor, Gaspar y Baltazar sean benevolentes con los niños manriqueños, seas tú sólo quien se preocupe por que estos pasen por Villamanrique.

¿A caso no será cosa tuya y seas tú sólo quien quiera que Los Reyes vengan?

¿Por qué tú sólo y no más niños han tenido la osadía de venir aquí a hablar conmigo?

Roque no encontraba palabras para rebatir lo que el Cartero Real le estaba rebatiendo….

- Habla niño, ¿no es solo cosa tuya el empeño de que Villamanrique cuente este año con la presencia de sus majestades?

Con la cara casi pálida, Roque buscó la mirada del abuelo que, pasos atrás y  con atención, esperaba la respuesta que el niño daría al emisario de Los Reyes Magos.

- ¡¡No estoy solo señor Emisario… no estoy solo!!
 Soy la voz de cientos de niños de Villamanrique que piensan como yo, que no hemos sido tan malos como para no poder disfrutar de la visita de Los Reyes!!!

¡¡YO TAMBIÉN QUIERO QUE VENGAN LOS REYES MAGOS  A VILLAMANRIQUE!!
¡¡YO TAMBIÉN QUIERO QUE VENGAN LOS REYES MAGOS A VILLAMANRIQUE!!

De la nada, fueron apareciendo niños y niñas del pueblo, de todas las edades, que se plantaron ante el señor Cartero Real en ayuda de Roque pidiendo ellos también que Los Reyes Magos pasaran por Villamanrique.

Fueron tantas las voces de los niños allí presentes y tal la sorpresa del emisario real que no tuvo más remedio que, tras recapacitar la decisión que parecía ya tomada, anunciar, una vez que los gritos de los niños cesaron:

- En vista de lo visto y ante el empeño que veo habéis puesto tanto niños y por el poder que me otorgan sus majestades de decir aquí y ahora:

¡¡VILLAMANRIQUE, UN AÑO MÁS, TENDRÁ UNA NOCHE MÁGICA E IRREPETIBLE DE ILUSIÓN LA NOCHE DE REYES MAGOS!!!

Los niños no podían reprimir la alegría y celebraron allí mismo la gran noticia que el Cartero Real les acababa de comunicar.

Roque, más contento que unas Pascuas, nunca mejor dicho, no paraba de gritar:

- ¡¡BIEEEEN BIEEEN, LO CONSEGUIMOOOS, LOS NIÑOS DE VILLAMANRIQUE TENDREMOS UN AÑO MÁS LA VISITA DE LOS REYES MAGOS!! – mientras daba saltos y saltos de alegría…

- ¡¡Roque, despierta que estás dando botes en la cama. Estás soñando!! – dijo una voz que había acudido al cuarto alertada por los gritos que el niño estaba dando.
Abrió los ojos y, medio aturdido por el sueño que acaba de tener, reconoció en seguida el rostro de su madre:

- ¡¡Mamá, mamá, que vienen, que vienen, que Los Reyes pasan seguro este año por Villamanrique!!!




Muchas gracias, y colorín colorado, este cuento ahora sí que ya ha empezado.

No vemos en por las calles de Villamanrique repartiendo ilusión y alegría a los niños del pueblo y del mundo.


¡¡Y no olviden que los niños de hoy serán los hombres del mañana, así que sueñen, mantengan viva la ilusión y nunca dejen de ser niños!!!

jueves, 4 de febrero de 2016

EL SABLAZO





                                  HISTORIAS DE UN DÍA NORMAL

CAPÍTULO 2: "EL SABLAZO"




Tenía el convencimiento de que el autobús no tardaría más de hora y algo en llegar a su destino pero se equivocó.
Aunque no era la primera vez que lo tomaba sí era la primera vez que tenía verdadera prisa por llegar ya que pretendía hacer lo que le había hecho volver a la ciudad  y poder volver a coger el bus a eso de las dos de la tarde, tiempo más que suficiente como para cuando el informativo del medio día diera paso a los deportes y poder disfrutar de ello en su  acogedor sofá de orejeras que en el hogar le esperaba.
Hasta el tiempo había mejorado bastante desde que puso  rumbo a ello, e  incluso había tenido tiempo casi de aprenderse de memoria  prácticamente la mitad de los pueblos de la comarca y que desde la ventanilla del autobús había ido recorriendo.
Al principio pensó  que el conductor se había perdido, que no sabía bien por donde iba.
Hasta le preguntó a la señora del asiento trasero si aquel itinerario era el normal para aquel trayecto que, en condiciones normales, no sería mayor a los tres cuartos de hora para realizarlo.
- ¡Ay que de vueltas mire usted!- me dijo la señora con gran desconsuelo y tristeza.- Tengo cita con el tramatologo a las once y media y los niños vienen sin desayunar. A este paso, como siga tardando tanto, se le pasa a mi Luín la biodramina que es lo único que tiene en el estómago porque no he querido saturarlo porque sé muy bien lo que pasa. Y a este paso, veremos a ver como quedamos. ¡No he visto más rotondas en to mi vida!- dijo consternada la señora mientras sacaba del bolso una bolsa de plástico que se la dio a su vástago que, con los ojos casi en blanco ya, no podía el chiquillo ni casi sostenerla  en sus débiles y temblorosas manos.
Miró el reloj de su muñeca y vio que el tiempo se le echaba encima: - ¡las once y cuarto, Dios!-casi gritó, mientras por la ventanilla pudo ver con detalle la distancia que aún faltaba para alcanzar por fin el destino: 16 kilómetros.
Intentó respirar profundamente para contener la rabia e indignación, se recostó en el asiento tratando de mantener la calma, no sin antes fijarme en el cada vez más pálido rostro del pequeño Luis, que parecía más la cara de la niña del exorcista que la de un crío de no más de once años.
En su  desesperación hasta tuvo la tentación de acercarme al conductor a exponerle su enfado y su queja pero, después de pensarlo un poco y de tratar de controlarse, creía conveniente no hacerlo hasta una vez llegado a su destino: al fin y al cabo, era un simple trabajador que cumplía con su deber y con su cometido.
Casi cuarenta y cinco minutos después y tras haber parado en dos pueblos más, por fin enfiló el autobús la recta final hacia el  destino y casi cuando el reloj se acercaba irremediablemente a las doce de la mañana, por fin hizo su última parada y el simple hecho de poder ponerse de pie le supo a gloria bendita.
Del tiempo que llevaba allí sentado, sin apenas movimiento, le costó la propia vida el poder recomponer la figura y un buen rato más el poder recobrar la movilidad de la cintura
y poder despertar del todo a sus entumecidas piernas.
Como era de esperar, la mayoría de la gente trató de ser la primera en bajar de aquel calvario, ser  primero en respirar por fin el aire puro de la calle. En el estrecho pasillo que conducía a la libertad le tocó sin remedio ir detrás de la señora con los niños.
- ¡¡Espabílate Luín que ya hemos llegao hijo!!- le decía la señora al pobre chaval que apenas sí podía echar el paso y al que la cara aún no le había llegado la sangre y que a su lado, Iniesta, era Michael Jackson.
Por fin salieron de aquel encierro obligado y agradeció como si le hubiesen dado la vida, el aire que al fin le golpeaba en la cara.
Presuroso, no perdió un instante en dirigirse a su cometido, y viendo que el tiempo jugaba en su contra, sacó la carterita para ver de cuánto efectivo disponía ya que, los planes de dirigirse andando al lugar que pretendía había sufrido un grave contratiempo.
Sopesó la gravedad de la situación y la mayor gravedad de sus financias: apenas si tenía veinte euros y su intención desde primera hora era el gastar lo sucinto y necesario.
Aun así decidió que lo más conveniente y dada la hora que era tomar, irremediablemente un taxi para que este le llevara al lugar donde, estaba seguro, se alegrarían de verle.
Afortunadamente eran varios los vehículos que esperaban a las mismas puertas de la estación, por lo que no tuvo más que montarse en el primero que encontró e indicarle al conductor el sitio de referencia:
- Buenas tardes. Quería ir al asilo Nuestra Señora del Trigo Limpio, calle Sanseacabó por favor.
El chófer, palillo de dientes incluido en la esquina derecha del labio inferior le devolvió las buenas tardes y, después de poner el contador a cero del taxímetro puso rumbo al destino.
Era un taxista mayor, que andaría ya rondando la jubilación probablemente, cosa que notó en la foto que tenía en el parasol del coche donde aparecía el buen hombre rodeado de lo que parecía ser una familia numerosa con numerosos niños y mayores en lo que parecía estar celebrando algún cumpleaños, y el que hacía intención de apagar las velas, momento que recogía la inmortal instantánea era él mismo, apagando dos velas con un 63 en rojo.
A ritmo de Camela en la radio del coche que casi le revienta los sesos y eso que no estaba a gran volumen,  veinte minutos después llegaron a las puertas del asilo.
Bajó el mismo, pagó lo estipulado y muy amablemente se despidió con unas buenas tardes para el  taxista que también se vio correspondida.
Entró directamente al lujoso patio interior del recinto, una joya arquitectónica que había sido anteriormente patio de vecinos de solera y tradición y que en su día fue declarado en ruina y comprado por un grupo inversor madrileño que lo había reconvertido en una residencia de personas mayores de alto poder adquisitivo y que funcionaba cual si de un hotel de lujo se tratara.
Se dirigió al mostrador de recepción para anunciar su llegada pero mayor fue su sorpresa ante la respuesta de la chica que atendía aquella maravillosa recepción:
- Siento comunicarle que su tía no se encuentra.
-¡¿Cómo que no se encuentra señorita, cómo que no se encuentra?!
- Pues eso que ha escuchado caballero. Su tía abandonó esta residencia hace dos días rumbo a la República Dominicana en un crucero con escala en Cuba y su regreso no se espera hasta mediados de mes. Es todo cuanto puedo comunicarle.
Se le formó un nudo de impotencia y desesperación en la garganta que casi le hacía imposible respirar; un sudor frío empezó a descenderle por la frente y hasta las rodillas le fallaban y empezaron a temblarle de tal manera que casi que tiene que pedir a la amable recepcionista que le ayudase a sentarse en el butacón que había a escasa distancia del mostrador, cosa que no fue necesaria porque logró a duras penas alcanzarlo por sí mismo.
- De todas formas caballero, creo que el señor director tiene un sobre que la señora dejó para que se le entregara en el momento de su llegada. Puede pasar si lo desea a su despacho ya que ahora mismo no tiene ninguna visita y creo que le atenderá muy gustosamente.
De un brinco se levantó y se dirigió veloz y como un rayo en busca de la puerta del despacho del susodicho.
No era la primera vez que visitaba la residencia y tampoco era la primera vez que tenía el gusto de entrar a charlar en privado en el despacho del director: al fin y al cabo fue él quien aconsejó y convenció de su tía de que aquél lugar era el idóneo para una mujer viuda, sin hijos y sin familia a punto de cumplir casi los ochenta y que no tenía a nadie que se ocupara de ella en su día a día.
- ¡¡Hombre, el señor Carmelo Cotón, que alegría el verlo de nuevo por aquí!!- dijo el director dando casi un brinco del asiento al tenerlo ya a casi una cuarta de su cara, cosa que la mesa de su despacho impedía- siéntese amigo, siéntese, está usted en casa.
- ¡¡En casa, en casa!!¿Pero qué broma es esta don Leandro?, ¿se puede saber dónde está mi tía?
- Creí que usted lo sabía don Carmelo, pero le recuerdo que su tía es mayor de edad, es una persona libre por lo tanto y esta residencia es de estancia libre y por lo tanto todos sus inquilinos, según nuestras normas y estatutos, hacen y deshacen con su vida, con su tiempo y con su estancia lo que les viene en gana, y por lo tanto su tía no es excepción en esta institución para que haga lo contrario.
- ¡¡Eso se avisa caballero!!, porque le recuerdo que hasta día de hoy soy su albacea, su administrador y por lo tanto tengo derecho a saber de sus decisiones y mucho más de su paradero porque ella está mayor y yo no estoy para sustos de esta índole por culpa de actitudes caprichosas de viejas chochas que hacen lo que les va pareciendo y sin decir nada. Hasta ahí podíamos llegar!!.
- Lamento enormemente su enojo señor Cotón, pero debo corregirle en algunos puntos porque, si mal no recuerdo y así está recogido en el contrato que firmó la señora con esta casa, ella es la titular del contrato y no me consta ninguna cláusula en la que diga que es usted quien debe dar el visto bueno a cualquier decisión que libremente, la susodicha, tome en relación a lo que hace y deshace ni con su tiempo ni con su vida.
De todas manera, antes de marcharse dejó esta carta que aquí le hago entrega para que, como bien previó la señora, usted se presentara en esta casa antes del cinco del mes vigente. Firme este recibí para que conste que se le entrega. Lamento enormemente este episodio que para nada es responsabilidad de esta casa y tenga a bien, si no quiere ninguna cosa más, abandonar este lugar porque me están esperando en la sala de juntas que tengo una reunión la mar de importante con unos clientes belgas que quieren hacer uso de la planta superior del edificio y, como comprenderá, el deber me llama.
Con mala cara cogió el bolígrafo y firmó el documento y con muy malos modos cogió el sobre que contenía lo que su tía venía a decirle.
Se despidió de don Leandro y salió que se las pelaba deseando abrir el documento y leer qué coño había dejado escrito aquella maldita mujer.
Entró en la bodeguita de la esquina, se sentó en un rincón apartado en una de las mesas que el local disponía y sin demorarse mucho, aún con el susto en el cuerpo y con las manos más temblorosas aún todavía, abrió rápido y veloz el sobre para, de una puñetera vez, saber a qué se enfrentaba:

            Queridísimo y estimado sobrino Carmelo:
            Como esperaba y así se ha cumplido, cuando esta carta llegue a tus manos
            yo ya estaré lejos, concretamente en un viaje de placer con unas señora la
            mar de estupendas que hace unos meses en esta residencia he conocido.
            Siempre tuve las ganas de conocer mundo, pero como bien sabes, tu tío no
            tuvo el detalle y como ahora y, todo sea dicho, gracias a ti, mi presente es
            otro, he decido permitirme el capricho y nos vamos quince días a un todo
            incluido en un crucero por la República Dominicana y por Cuba.
            Te agradezco enormemente el que gracias a ti y a tu generosidad por haber 
            puesto a mi nombre todo el dinero que, aunque quisieras ocultármelo, tenías,
            y espero comprendas mi decisión y que la aceptes porque, querido Carmelo,
            no te queda más remedio que tragar porque aquí, la que pincha y corta a partir 
          de ahora soy yo.
         Te recuerdo que soy la titular absoluta de la cuenta porque tú debes hasta de
         callarte, y por eso, para que no te trinquen todos aquellos a los que debes di-
         nero, es por lo que decidiste ponerlo todo a nombre mío.
         Así que chitón y punto en boca, que aunque vieja no soy tonta.  Se que estas
         palabras te sentarán como un tiro, no pienses que voy a dejarte en
         la cuneta, pero de aquí en adelante las cosas se harán como lo digo yo que
         para eso soy la titular de la cuenta y punto.
         Para que no pases el mes muy apurado, te dejo este cheque al portador junto
         a esta carta para que pases el mes como puedas. Creo que con cuatrocientos
         euros vas que chuta, y como te pongas muy tonto, el mes que viene, cuando
         vengas, te doy una mierda pinchá en un palo.
         ¡¡Y no trates de hacer ningún chanchullo para que me incapaciten o cualquier
         artimaña de las tuyas que, aunque vieja, no me chupo el dedo y lo tengo todo  
         todo previsto… pero no te lo cuento para que no sepas más que yo.
         Y como te pongas tonto doy una exclusiva en el ABC o donde sea y revelo
         cuál es tu paradero y no creas que serán pocos los que te buscarán donde sea
         para que le pagues lo que debes.
         Y recuerda, querido mío, que nunca sabré agradecerte todo cuánto debo a
          tu generosidad y a tu desinterés para que esta pobre ancianita pase lo mejor
          posible los últimos años de su vida.
          ¡¡Ah, que se me olvidaba, que me voy a poner tetas!!!... es una ilusión que
          tengo pendiente aún en vida de tu tío y que por una cosa y por otra lo fui
          dejando, lo fui dejando…. Así que ahora tengo ya cita programada en Repú
          blica Dominicana y estoy deseando llegue el momento.
          Me despido que no quiero darte más disgustos en el día de hoy.
          Sé bueno y nos vemos el mes que viene.
          Muchos besos de tu tía que te quiere y que te aprecia.

El corazón le iba a salir por la boca, la cara colorada como un belga en Matalascañas en agosto; la respiración entrecortada, los ojos hasta le picaban por dentro….
Buscó en el bolsillo el ventolín y se metió entre pecho y espalda dos chutes seguidos con la intención de que el aire que le faltaba le entrara de nuevo en sus pulmones.
No podía dar crédito a lo que acaba de leer en aquella carta  que ahora, hecha una bola, apretaba con todas sus fuerzas con su puño.
- ¿Pero cómo me ha podido hacer esta mujer esto?-repetía casi sollozando y sin poder comprender cómo se había producido aquella situación tan irreal y esperpéntica.
En su dolor y disgusto no vio venir al camarero que se acercó hasta la recóndita esquina, libreta y bolígrafo en mano:
- Caballero, aquí, para hacer uso de las mesas hay que pedir algo.
- Ea, pues…. – dijo pensativo- pues deme usted un cigarrito que me dejé el tabaco en el pueblo.

Casi en volandas lo sacó el camarero del establecimiento mientras él no paraba de murmurar y murmurar improperios y maldiciones ante el asombro de toda la gente que, a esas horas, abarrotaba la barra de la bodeguita El Sablazo. 


domingo, 31 de enero de 2016

"ARBELLANAS"



 


                              "HISTORIAS DE UN DÍA NORMAL"


        CAPÍTULO 1: “ARBELLANAS”

El día se había presentado frío, gris, lluvioso a ratos y con un chiriviri incesante, molesto, de los que parece que no te va a mojar pero que, cuando vienes a darte cuenta, estás calado hasta los huesos y con el frío tan metido dentro que tardarás varios días en recuperar tu temperatura normal.
A pesar de haberse asomado a la ventana antes de salir y haber visto como estaba la mañana no pensó bien en la conveniencia de coger el paraguas negro que heredó de su padre y que siempre, en los días de lluvia como aquel, hacía que más lo recordara; tampoco consideró oportuno el abrigarse más de la cuenta y se aventuró en salir a la calle con la chaqueta gris de entretiempo que tantos años llevaba consigo.
Confiaba en que aquel leve inconveniente se resolviera en un par de horas. Total, Canal Sur, en el informativo de la noche no había adelantado mal tiempo en la mañana, tan sólo una pequeña inestabilidad atmosférica que pasaría casi inadvertida.
Mientras andaba por la acera con la cabeza baja para evitar que el agua anegara por completo el cristal de sus gafas, puso su énfasis en lograr contar la mierda de perro que iba sorteando entre charquito y charquito que se había ido formando entre el casi ruinoso estado en que se encontraba el acerado, cosa que no le fue del todo fácil ya que, una vez superada la veintena, perdió ya el interés y la cuenta.
Como el frío empezaba a calarle  los huesos y la mierda de día parecía no tener marcha atrás, decidió entrar en el bar de la esquina que estaba un poco más adelante y echarle algo caliente al estómago ya que, desde la noche anterior tan sólo tenía entre pecho y espalda muy poca cosa, una triste tortillita francesa que se había logrado hacer, y muy a duras penas, con los dos tristes huevos que habitaban en su ya de por sí aún más triste frigorífico.
El calor que encontró nada más traspasar la puerta le sentó como agua bendita, aunque no era agua ni por más bendita que esta fuera lo que en esos momentos su cuerpo agradecería.
Se acercó a la barra que apenas si se distanciaba un par de pasos de la puerta. Esta estaba abarrotada de parroquianos, con un sonido atronador que al principio le hizo parecer hasta desagradable pero que, pasados unos instantes casi se le hizo hasta agradable cuando, una vez adaptado su sistema auditivo al tono de la clientela del local, hasta puedo echarle un ojo al televisor que estaba justo arriba de la cabeza del camarero que iba y venía con una rapidez inverosímil de una esquina a otra de la barra atendiendo a todo aquel que se lo requería, cosa que no era ninguna quimera viendo el exceso de volumen del susodicho, lo que provocaba que una incesante gota de sudor se resbalara desde las pronunciadas patillas que adornaban ambos lados de su excepcional cara, yendo a parar sin remedio al cuello gastado y que antes había sido blanco de su camisa.
- ¿Qué le pongo al caballero?- le preguntó de un salto el camarero que hace un momento estaba en la otra esquina y que ahora tenía frente a frente, cosa que hasta le cogió de imprevisto y que hasta lo asustó.
- Café con leche por favor.
Mientras lo saboreaba y mientras intentaba concentrarse en los informativos que desde la televisión emitían, con disimulo y con cierta pericia metía el rabillo del ojo a sus compañeros de barra: debían de andar más o menos rozando los cuarenta y pocos años y, mientras se comunicaban en un tono ensordecedor, hablando al parecer y por lo que a su razón pudo más o menos descifrar, de unas jornadas de caza que había tenido lugar probablemente en días pasados, todo ello con unos cacahuetes que no dudaban en devorar mientras bebían un par de botellines fresquitos fresquitos, y eso que aún no había marcado el reloj, que también habitaba en la pared de la barra, las diez de la mañana.
Se metió la mano en la chaquetilla y sacó el único euro suelto que tenía y que también era el único que le quedaba, pagó el café y tras dar las gracias al camarero y notar ciertas risas sospechosas en los compañeros de barra que habían solicitado la atención de Juan, el camarero, para que les pusiera unas cuantas de arbellanas, se decidió a echarle huevos a la cosa y poner rumbo a su destino pese a lo desagradable de la mañana.
Con la cabeza baja y con el paso aún más rápido y decidido, llegó por fin a lo que parecía ser el centro neurálgico del lugar: la plaza del pueblo, donde se ubicaba prácticamente todo lo que aquel nuevo lugar ofrecía en forma de servicios básicos: ayuntamiento, farmacia, un banco y una pequeña tienda de comestibles.
Allí bajó por primera vez hacía ya un par de meses del autobús que desde la capital lo había traído al que poco después se convertiría en su nuevo lugar de residencia.  Y a él se encaminaba nuevamente a tomar el autobús que de nuevo lo acercara al mundo al que estaba acostumbrado.
Se intentó refugiar como pudo en la concurrida parada a la espera del autobús cosa que, afortunadamente para sus huesos, no tardó en aparecer.
Entró y buscó en el bolsillo de la chaqueta alguna moneda suelta sin acordarse de que ya no le quedaba ninguna.

Tan sólo, y para su sorpresa, logró encontrar un puñado de cáscaras de arbellanas que, sonrojado, volvió a guardar en el bolsillo no sin antes meter el rabillo del ojo a los de detrás de la cola del autobús por si alguno había visto o intuido algo.

miércoles, 4 de noviembre de 2015

REFUGIADOS



REFUGIADOS


Puede parecernos que el estar a este lado del mundo, en una tierra como la nuestra, con la suerte de cara al poder vivir aquí y ahora, en nuestro pueblo, en este enclave privilegiado como es el que tenemos, nos haga ver y sentir como ajena la realidad que existe ahí fuera, más allá de los límites de nuestro pueblo, de nuestra provincia, de nuestra Andalucía y en definitiva, de España.
Pero a pesar de la distancia, la realidad que día a día nos devuelven los medios de comunicación, las noticias que a diario nos llegan a través de los diferentes medios que frecuentamos, llámese televisión, llámense redes sociales, nos acercan irremediablemente a los verdaderos dramas que azotan al ser humano y que, pienso, cualquiera con un mínimo de sensibilidad, de corazón, de sangre en las venas, no puede ni debe pasar por alto.
También es cierto que en los últimos años nuestra propia existencia se ha puesto en la mayoría de los casos cuesta arriba provocada en gran parte por esta maldita crisis que parece haberse instalado en nuestro día a día desde hace ya un buen montón de años sin que los que verdaderamente la han provocado ni paguen por ello ni tengan la honradez y valentía de sacarnos de ella.
Porque, que quede claro por si alguien no lo tenía aún, los que verdaderamente pagan los errores de aquellos que han traído de nuevo la pérdida de derechos sociales, la pérdida de derechos de cientos de miles de trabajadores que se han visto abocados a desprenderse en el camino recorrido desde que esta crisis se nos viniera encima, desde que la clase media de este país prácticamente haya desaparecido casi por completo, viendo y oyendo frecuentemente cómo se miles de familias tienen que abandonar sus casas por no poder pagar hipotecas mientras el dinero ha corrido en auxilio de bancos, de grandes corporaciones que sin escrúpulos han hecho horrores con las prácticas abusivas de a los que ellos denominaban clientes y que al final han terminado convirtiéndose en sus perjudicados… en definitiva, un mundo cruel e injusto que, si no lo termina por remediar alguien, tiene pintas de acabar como el rosario de la aurora…
Un mundo insensibilizado en su gran mayoría, donde no nos gusta lo que vemos y donde no dudamos en mirar hacia el otro lado y buscar culpables o responsabilidades en quien en realidad no la tienen y son a su vez, víctimas de este mundo cruel e inhumano en el que se ha convertido nuestro entorno, a veces el más cercano, y lo que es peor, sin que nos demos cuenta.
Y viene a colación toda esta parrafada que escribo porque, y como he dicho, estamos continuamente bombardeados día sí y día también, con la dramática situación que se está viviendo en esta Europa deshumanizada por completo y a la que irremediablemente pertenecemos, de miles y miles de desplazados Sirios y otros países en conflicto que deambulan sin techo y sin cobijo por esta Europa buscando ya no sólo escapar de la sinrazón de la guerra en sus países de origen, sino que buscan también el que la conciencia de una sociedad que les ha dado la espalda una vez más, sea capaz de buscar soluciones para que el horror de esa guerra enquistada y de la que la población, que siempre es la que acaba pagando los platos rotos de los gobernantes de turno, tenga un final lo más cercano posible.
A quien no se le hiele el alma al ver cómo millares de personas son conducidos por campos buscando la frontera, conducidos cual borregos por los guardianes de los respectivos países que les niegan acceso a sus fronteras, volviendo de nuevo a la Europa de los muros, de las barreras físicas para que la gente pueda transitar libremente porque así lo recogen sus tratados y sus leyes.
Cuando asistimos impasibles sin que se nos hiele la sangra con imágenes de cientos de ahogados tratando llegar a la costa europea de Grecia; cuando vemos a la gente que se muere de frío a causa de las heladas temperaturas de centroeuropa sin que las autoridades de esta Europa de las normas, de los recortes y la austeridad sigan impasibles y sin hacer nada por tratar de que esa calamidad que sufren los miles de refugiados se haga más o menos llevadera.
Por eso, cuando uno frecuenta las páginas de los “twitteles” y “feibusch” de turno y ve cómo sin conocimiento y sin ponernos en la piel de aquellos que lo están pasando francamente mal, incluso perdiendo la vida en ello, y ve comentarios peyorativos que incluso rozan la xenofobia y ya no digamos el mal gusto, cabe pensar que si esas críticas que tan gratuitas y anónimas a veces hacemos las hiciéramos, en vez de en contra del que sufre, del que lo está pasando mal, contra aquellos que nos han conducido a la desastrosa situación en la que, en general, la sociedad se encuentra, ya no sólo otro gallo nos contaría sino que, además, hubiéramos conseguido que esa élite que nos dirige y que la mayoría ha perdido la dignidad y que nos ha perdido el respeto como ciudadanos a una gran parte de los ciudadanos en general, o bien  ya no estarían ocupando el cargo que se les ha quedado grande, o habrían tenido que asumir las responsabilidades derivadas por su negligencia y pasividad al permitir que las minorías, los más débiles, sigan pagando los platos rotos de esta Europa que da las espalda al dolor y sufrimiento de miles de ciudadanos que merecen un futuro en paz y en prosperidad que vienen a buscar al viejo continente que se nos ha vendido, falsamente, sin fronteras, sin guerras y sin desigualdades.

Veremos a ver dónde nos lleva todo esto.