sábado, 9 de mayo de 2015

INDECENTES

A continuación os dejo artículo publicado el pasado día 6 de mayo en EL MEGÁFONO, diario libre creado por estudiantes de la Universidad de Sevilla y en el cual tengo la suerte de participar desde hace unos meses.
                                    http://megafonofcom.es/2015/05/indecentes/


Creo que Esperanza se ha equivocado.
Se ha debido confundir al usar la  terminología y claro, en un momento, ha incendiado el patio, con lo poco dada a ello que es y lo poco acostumbrada que está.
Un lapsus, un contratiempo, un desliz como dirán sus correligionarios allá por los madriles, donde ella hace tiempo que es dueña y señora.
Porque si no, no se explica.
No se explica digo el que haya dicho que hay que limpiar Madrid, la capital del reino, faltaría más,  de indigentes que afean las calles de tan noble villa ante los ojos del turista que los visita.
Ha confundido el término: donde dijo indigentes creo que quería decir indecentes.
Como cuando donde dije digo deje Diego; pues igual.
Le he salido así, a borbotones, su abolengo que para eso ella es Grande de España, Condesa de No Sé Qué ni  Cuánto y, claro, la Edad Media es lo que tiene, que quien no pertenece a la aristocracia tiene que vérselas con el señor feudal y su ordeno y mando y Dios nos coja confesados para que no descargue contra nosotros toda su ira porque puede que de su reacción se nos caiga el pelo.
No concibe la señora condesa el ver así a su Madrid del alma, de sus amores y sus desvelos, llenito y pleno de pordioseros, vagabundos, seguramente maleantes; para ella, escoria  de la sociedad y que las políticas actuales han acabado  generando y , a la vista de los que nos visitan, serán sin lugar a duda, motivo de recelo que restará glamour al Madrid por el que la aristócrata se desvive.
Una lástima.
Porque, acostumbrado como está, ya no sólo el turista extranjero, sino que también el nacional y ya ni turista ni nada, y que hace que a más de uno se le quiten las ganas de visitar la capital del Jarama al ver tanto ladrón de guante blanco que campa a sus anchas por la capital del reino de Aguirre, a tanto chorizo sin cuerda que lo amarre de torres o campanarios de donde no tengan posibilidad de escapatoria; a tanto tramposo usurero malnacido que juega y roba el dinero de preferentistas; que quita derechos a personas dependientes;  que pone en jaque mate el estado del bienestar de todo un país o que, entre otras muchas más cosas, corta y borra derechos de libertad conseguidos tras más de cuarenta años de sometimiento y bajo el yugo de una dictadura, no se podrán explicar como dije, quienes vengan de turismo o de visita, que la gente pase hambre, que pase necesidades, que haya gente sin hogar porque el sistema ha fracasado o porque los bancos rescatados con el dinero de todos los haya puesto en la calle a quienes ahora Aguirre trata de hacer desaparecer.
Mejor esconderlos, que no se vean, que no estorben, que se silencie su sufrimiento para mejor delicia de nuestros ojos.
Y mientras, ella, la Doña, Condesa que se postula como remedio de todo esto que quiere volver o hacer invisible, podrá conseguir de nuevo ese feudo que tanto anhela y sueña.
Indecentes.
Lo dije al comenzar este artículo y lo repito ahora: a Madrid y  a muchas otras ciudades de España lo que le sobran  son indecentes.
Esperanza se ha equivocado,  ha confundido el término.
Pero para eso están los decentes, para recordárselo, para hacerle caer en el error del uso del término, ese al que poco acostumbrada está la Condesa que sigue viviendo fiel y rechoncha tras la muralla de ese castillo desde el que quiere seguir controlando al pueblo, a su feudo.

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