miércoles, 4 de noviembre de 2015

REFUGIADOS



REFUGIADOS


Puede parecernos que el estar a este lado del mundo, en una tierra como la nuestra, con la suerte de cara al poder vivir aquí y ahora, en nuestro pueblo, en este enclave privilegiado como es el que tenemos, nos haga ver y sentir como ajena la realidad que existe ahí fuera, más allá de los límites de nuestro pueblo, de nuestra provincia, de nuestra Andalucía y en definitiva, de España.
Pero a pesar de la distancia, la realidad que día a día nos devuelven los medios de comunicación, las noticias que a diario nos llegan a través de los diferentes medios que frecuentamos, llámese televisión, llámense redes sociales, nos acercan irremediablemente a los verdaderos dramas que azotan al ser humano y que, pienso, cualquiera con un mínimo de sensibilidad, de corazón, de sangre en las venas, no puede ni debe pasar por alto.
También es cierto que en los últimos años nuestra propia existencia se ha puesto en la mayoría de los casos cuesta arriba provocada en gran parte por esta maldita crisis que parece haberse instalado en nuestro día a día desde hace ya un buen montón de años sin que los que verdaderamente la han provocado ni paguen por ello ni tengan la honradez y valentía de sacarnos de ella.
Porque, que quede claro por si alguien no lo tenía aún, los que verdaderamente pagan los errores de aquellos que han traído de nuevo la pérdida de derechos sociales, la pérdida de derechos de cientos de miles de trabajadores que se han visto abocados a desprenderse en el camino recorrido desde que esta crisis se nos viniera encima, desde que la clase media de este país prácticamente haya desaparecido casi por completo, viendo y oyendo frecuentemente cómo se miles de familias tienen que abandonar sus casas por no poder pagar hipotecas mientras el dinero ha corrido en auxilio de bancos, de grandes corporaciones que sin escrúpulos han hecho horrores con las prácticas abusivas de a los que ellos denominaban clientes y que al final han terminado convirtiéndose en sus perjudicados… en definitiva, un mundo cruel e injusto que, si no lo termina por remediar alguien, tiene pintas de acabar como el rosario de la aurora…
Un mundo insensibilizado en su gran mayoría, donde no nos gusta lo que vemos y donde no dudamos en mirar hacia el otro lado y buscar culpables o responsabilidades en quien en realidad no la tienen y son a su vez, víctimas de este mundo cruel e inhumano en el que se ha convertido nuestro entorno, a veces el más cercano, y lo que es peor, sin que nos demos cuenta.
Y viene a colación toda esta parrafada que escribo porque, y como he dicho, estamos continuamente bombardeados día sí y día también, con la dramática situación que se está viviendo en esta Europa deshumanizada por completo y a la que irremediablemente pertenecemos, de miles y miles de desplazados Sirios y otros países en conflicto que deambulan sin techo y sin cobijo por esta Europa buscando ya no sólo escapar de la sinrazón de la guerra en sus países de origen, sino que buscan también el que la conciencia de una sociedad que les ha dado la espalda una vez más, sea capaz de buscar soluciones para que el horror de esa guerra enquistada y de la que la población, que siempre es la que acaba pagando los platos rotos de los gobernantes de turno, tenga un final lo más cercano posible.
A quien no se le hiele el alma al ver cómo millares de personas son conducidos por campos buscando la frontera, conducidos cual borregos por los guardianes de los respectivos países que les niegan acceso a sus fronteras, volviendo de nuevo a la Europa de los muros, de las barreras físicas para que la gente pueda transitar libremente porque así lo recogen sus tratados y sus leyes.
Cuando asistimos impasibles sin que se nos hiele la sangra con imágenes de cientos de ahogados tratando llegar a la costa europea de Grecia; cuando vemos a la gente que se muere de frío a causa de las heladas temperaturas de centroeuropa sin que las autoridades de esta Europa de las normas, de los recortes y la austeridad sigan impasibles y sin hacer nada por tratar de que esa calamidad que sufren los miles de refugiados se haga más o menos llevadera.
Por eso, cuando uno frecuenta las páginas de los “twitteles” y “feibusch” de turno y ve cómo sin conocimiento y sin ponernos en la piel de aquellos que lo están pasando francamente mal, incluso perdiendo la vida en ello, y ve comentarios peyorativos que incluso rozan la xenofobia y ya no digamos el mal gusto, cabe pensar que si esas críticas que tan gratuitas y anónimas a veces hacemos las hiciéramos, en vez de en contra del que sufre, del que lo está pasando mal, contra aquellos que nos han conducido a la desastrosa situación en la que, en general, la sociedad se encuentra, ya no sólo otro gallo nos contaría sino que, además, hubiéramos conseguido que esa élite que nos dirige y que la mayoría ha perdido la dignidad y que nos ha perdido el respeto como ciudadanos a una gran parte de los ciudadanos en general, o bien  ya no estarían ocupando el cargo que se les ha quedado grande, o habrían tenido que asumir las responsabilidades derivadas por su negligencia y pasividad al permitir que las minorías, los más débiles, sigan pagando los platos rotos de esta Europa que da las espalda al dolor y sufrimiento de miles de ciudadanos que merecen un futuro en paz y en prosperidad que vienen a buscar al viejo continente que se nos ha vendido, falsamente, sin fronteras, sin guerras y sin desigualdades.

Veremos a ver dónde nos lleva todo esto.


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