XVIII Certamen de Narrativa de Mujeres convocado por la asociación de mujeres de Villamanrique de la Condesa, en colaboración con el Ayuntamiento.
5 MARZO DE 2014
RELATO GANADOR: "LA CARTA"
AUTOR: Diego Rodríguez Solís
Aunque
no te hayas dado cuenta todavía, sé que ya no me quieres.
Y
puede que ahora, al leer estas líneas, no encuentres comprensión a mis
palabras; pero, créeme: no es amor lo que por mí sientes y creo que nunca lo
fue.
Yo
me he dado cuenta tarde.
Más tarde de lo que hubiera querido, pero, así
son las cosas: nadie nace sabiendo y más vale remediar que curar.
Por
eso me voy.
No
trates de encontrarme porque no te lo voy a poner fácil.
He
decidido no querer volver a verte nunca.
Ya
tuve bastante.
Ahora
trata de rehacer tu vida y trata ser feliz de una vez por todas ya que conmigo
no lo has conseguido.
Creo
que aún estás a tiempo.
No
te preocupes por mí porque, aunque no te lo creas, sabré desenvolverme por mí
misma y sin tu ayuda.
Es
un reto que me he propuesto y puedes estar seguro de que lo conseguiré,
aunque
no me creas capaz de conseguirlo.
Las
veces que me has dicho que no servía para nada sólo han conseguido despertar en
mí la curiosidad y cuestionar tus
palabras, y mira, por fin he dado el primer paso para, al fin, tener el
convencimiento de que mentías cuando tan rotundamente me lo afirmabas.
Me
va a costar trabajo, puede ser, el conseguir quitarte de mi pensamiento: no se
borran tan a la ligera ocho años consecutivos escuchándote decir, día sí día
no, lo poco que valgo.
Tantas
veces me lo has dicho que hasta casi acabo creyéndolo.
Y
si tan poco valía no sé cómo has tenido la paciencia entre comillas de
aguantarme.
Con
lo inteligente que eres, he debido de ser un losa para ti y para tu ego durante
los años que ha durado esto que tú llamabas tan alegremente “lo nuestro”.
Pero
no malinterpretes mis palabras porque, después de todo, he de reconocerlo,
hasta días antes de dar este paso que doy ahora, he dudado de que yo estuviera
cometiendo una locura dejándote así, como quien abandona a un perro en la
cuneta de la carretera un día soleado de verano.
Yo
no soy así, y me hubiera gustado habértelo dicho en persona, mirándote a los
ojos… pero ahí he sido cobarde, lo
reconozco: no he querido recrearme al
contemplar la cara que se te quedaba cuando escucharas mis palabras.
No
me debes nada.
Lo
nuestro, afortunadamente, queda saldado en estos mismos momentos.
Afortunadamente
he aprendido a ser consciente de lo mucho que valgo y lo
podré demostrar en el mismo momento en
que cruce la puerta de la que, hasta
hoy, ha sido nuestra casa.
Aún
recuerdo la primera vez que cruzamos ese umbral, el día que decidimos venirnos
a vivir juntos.
Todo
idílico y maravilloso para los dos, más para ti, reconócelo, porque desde
entonces, has tenido mujer y criada a precio de saldo, por no decir más cosas…
Mira
si has sido listo que incluso me convenciste para hacerme creer que los niños
serían tan sólo un estorbo en nuestra idílica y mágica relación.
Claro,
no querías que nadie se entrometiera en lo nuestro, bueno, mejor dicho, en lo
tuyo.
Supiste
marcar bien tu territorio, libre y sin nadie que pudiera hacerte sombra.
Fuiste
listo, lo reconozco, porque, sabiendo de la ilusión que me hacía el poder
formar una familia, hiciste que creyera que no era lo adecuado en su momento,
tu momento, y que, conforme fueron
pasando los años, fue tema tabú en nuestras vidas, porque sacar el tema era
molestarte.
Ahora,
aún doliéndome el recordarlo, he de reconocer que te lo agradezco lo suficiente porque
ello hubiera sido un inconveniente para
dar el paso que ahora doy.
Afortunadamente
y muy a tu pesar, pude conservar las amistades que tú señalabas como
innecesarias en nuestra relación y ellas, algunas de las cuales te calaron al
primer instante, me han tendido la mano y, desinteresadamente, están ahí
esperando mi llamada.
Mira
que me advertiste una y otra vez que no me convenían y que no traerían más que
problemas a nuestra casa.
No
veas lo que me alegra el no haberte escuchado en tu momento, cuando me
limpiabas el cerebro tratando de poner mierda y más mierda de por medio para
que las dejara de lado.
Esas
personas, para que lo sepas, han creído en mí más que tú en toda esta historia
de mentira en la que has logrado enrocarme durante estos largos años.
Pero,
no te sientas molesto por mí, créeme que te lo digo de verdad: te doy las
gracias porque he sido más fuerte que tú al respecto y he conseguido, pese a la
adversidad, que siguieran creyendo en mí y en mis posibilidades, más incluso
que yo misma.
Te
dejo la casa limpia, como a ti te gusta encontrarla cada vez que tienes
oportunidad de recordármelo.
A
ver el tiempo que te dura.
Me
permito esta frivolidad porque sé que este ha sido tu caballo de batalla
conmigo durante todo este tiempo y por lo visto para lo único que he servido y
valido durante los años que hemos compartido.
No
me importa no haber podido desarrollarme contigo como persona porque, tarde, me
he dado cuenta tarde, tú no has sido persona conmigo sino más bien, el enemigo que día tras días dormía al otro lado
de mi almohada.
Si tengo que darte las
gracias por algo es por haber sido la gota que ha colmado el vaso de mi
paciencia.
No
me puedo permitir otro día más como hasta ahora porque todos los días terminan
siempre siendo lo mismo y lo que es peor, haciendo que me parezca poco a poco,
más a ti, y por ahí que no paso porque no me da la gana.
Contigo,
ya hay bastante.
Yo
me entiendo.
Soy
consciente de la incertidumbre que te puedo crear, pero estoy convencida de que
acabaras alegrándote de que lo que hasta hoy ha sido un estorbo para ti, un
lastre, un inconveniente, como tantas y tantas veces me has hecho saber, acabe
saliendo de tu vida.
No
tienes que preocuparte por mi supervivencia en un futuro inmediato: voy a
volver a trabajar porque me siento capacitada para ello.
A
ti no te ha gustado y de hecho no has dejado que durante este tiempo pudiera
hacerlo.
Siempre
aludías a que con la casa ya tenía trabajo bastante como para estar todo el día
fuera.
Ahora
sí tengo perspectivas de poder trabajar y de poder ganar por mí misma el pan
que llevarme a la boca.
Mira
tú por donde no vas a tener que mantenerme más, como en tantas ocasiones me has
reprochado.
Lo
conseguiré porque he descubierto lo mucho que valgo, que tengo la capacidad para hacerlo por mí
misma y no he de sentirme avergonzada por ello.
Me
he preguntado muchas veces cómo he podido creerme todo lo que me decías y cómo
he podido estar tan ciega como para seguir a pié juntillas lo que decías de mí.
Al
final, tan sólo he descubierto que ha sido porque te quería y porque estaba
convencida de que eras el hombre que merecía.
Aún
hoy cuando estoy apunto de salir de esta casa, algo me dice en mi interior que
no estoy obrando contigo como debiera: creo que es claro el caso de mi
dependencia hacia ti, pero que poco a poco sabré superar.
Estoy
convencida.
Convencida
y feliz de haya llegado el punto final
que tanto anhelabas, que tanto querías.
Me
dí cuenta tarde de que tanto punto y seguido no llevaba a solucionar el final
de esta historia.
Ayer,
por primera vez, pude ver mi miedo reflejado en tus ojos y esa oportunidad no
te la puedo dar.
He
elegido un camino y creo que tengo todas las cualidades como para poder
recorrerlo sola.
Hace
tiempo que no tomaba una decisión de este calibre y créeme si te digo que,
hacía tiempo que la ilusión que ya creía perdida, ha vuelto a prender en mí
como nunca antes creí que pudiera hacerlo.
Hoy
veo las cosas más claras y más a mi alcance, poco a poco, pero las veo.
Las
veces que has intentando que mi futuro estuviera ligado a ti y a tu persona no
han dado resultado.
Aquí
tienes un claro ejemplo.
El
ejemplo de alguien que te sobrevive, que no sucumbe del todo a todo cuánto has
maquinado y planeado para que todo gire alrededor tuyo.
Has
conseguido que el mismo miedo que ayer puede ver en tus ojos, que no eran más
que el reflejo del miedo que sentí al mirarme en ellos, has conseguido como
digo, que ese miedo me haga ver la realidad de una vez por todas y dar este
paso que supone mi liberación y también la tuya.
Por
eso, aunque no lo sepas todavía, sé que ya no me quieres.
Ni
me quieres ahora ni me has querido antes.
Y
por eso, para que puedas darte cuenta de que esto que ahora doy por concluido,
ha sido para ti tan sólo una mala pesadilla.
Un
mal sueño para ti que ahora por fin vuelve a la realidad.
La
realidad que te mereces, sin mi presencia, sin mí. Solo…
Porque
solo es como alguien como tú debe estar y sentirse; vacío por dentro; sin entrañas ni corazón ni sangre ni remordimientos
como para comprender el verdadero significado de esta carta de despedida que te dedico y que
escribo, con el convencimiento de que, por fin, volverás a ser todo lo libre
que tu conciencia y tu poca capacidad para todo pueda encontrarle.
Me ha gustado muchisimo... Fantastico Diego... menudo poeta en la Mures profunda. Mi mas sincera enhorabuena. Pero me gustaria oirlo leido por ti. Con lumbre y tinto... con sentimiento y seguro que con corazon. Mi abrazo Hugo Polanco
ResponderEliminarBordado...pero lo que más me ha gustado, es como se ha metido usted en la piel de una mujer en esas condiciones. Genial!!
ResponderEliminarGracias!! un halago...!!
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