Cuando uno nace en un pueblo como es mi
caso, Villamanrique de la Condesa, donde ya desde la cuna, o como dice una
frase muy manriqueña “la masa de la sangre” viene condicionada, de alguna u
otra manera, a algo históricamente tan nuestro, tan vinculado a la forma de ser
del manriqueño como es el Rocío.
Difícilmente
puede uno dejar pasar por alto tal circunstancia y, sea por lo que sea, (cada
uno encuentra motivos más que suficientes como para tener que dar públicas
explicaciones), hay veces en las que uno se “entrega” por llamarlo de alguna
manera, a esta llamada de la sangre y, sin darse cuenta, se deja llevar por ese
inconsciente histórico que sin duda está programado en algún lugar de nuestro
cromosoma, y se adentra en algo tan maravilloso y reconfortante como puede llegar
a ser hacer el CAMINO DEL ROCÍO.
Al cabo de mucho tiempo he tenido la
oportunidad y la suerte de poder hacer andado este camino, que por lo menos
para mí significa historia, memoria, también añoranza, claro que sí, pues mucho
ha cambiado la historia desde que nuestros primeros antepasados tuvieron la
oportunidad de andar por aquí y de ser los primeros en contemplar y de
disfrutar, a la manera de antaño, tan hermosos parajes que hoy nosotros hemos
heredado.
Dos veces en este año 2012 he tenido la
oportunidad de entregarme a esta, para mí aventura,: marzo y julio.
La experiencia, única y que recomiendo
para todos los que quieran fundirse durante unos kilómetros con la naturaleza,
con el medio ambiente, con el campo… y para aquellos que busquen un poco más,
claro que si, con la fe de cada uno, con dejarse llevar por los pensamientos,
recuerdos, vivencias y momentos de encontrarse con uno mismo que no dejaran
indiferente a nadie…. momentos únicos y para quienes, sin pensarlo, son capaces
de sentir.
Os dejo algunas fotografías de tan
bonitos momentos que espero sirvan para abrir vuestra curiosidad y animaros a
tan bonita experiencia.
Os lo recomiendo.
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