domingo, 16 de noviembre de 2014

MI HÉROE DE LOS VIERNES


Suelo encontrarme con él casi todos los viernes en una de las paradas que hace el circular C1 de Tussam en la Isla de la Cartuja, en Sevilla.
Es un valiente.
Un tío con un par de cojones.
Aunque no sé ni cómo se llama, ni a qué se dedica, ni dónde vive, ni dónde trabaja, para mí y desde que lo veo, se ha convertido y es, sin que él tan siquiera lo sepa, en mi héroe,
Mi héroe de los viernes.
Un ejemplo a seguir.
Voy montado en el autobús tres o cuatro paradas antes de cuando va él, y, con dos cojones, vuelvo a repetir, se monta en el autobús y aquí no ha pasado nada.
No sé donde se baja, ni si lo espera alguien allí donde se baja del Tussan.
Un par de veces creo que esperaba ya en la parada del autobús la llegada de este, aunque hoy ha sido el autobús el que ha tenido que esperarlo medio minuto mal contados o quizás menos.
Con dos cojones va el tío y se monta en el autobús y aquí no ha pasado nada.
Con su perro.
Es el único que, por lo menos , en el corto trayecto que yo hago, lleva perro sin que ponga el conductor impedimento alguno a que entre en el autobús.
Blanco, esponjoso y de paso tranquilo, el animal entra primero, correa en mano su dueño para, lentamente, buscar su hueco y, una vez sentado quien lo lleva, echarse de la manera más tranquila y noble que puede hacerlo un animal.
Yo me bajo un par de paradas o tres después de suceder esto que os cuento.
Mi héroe sigue su camino, sentado, tranquilo, con su fiel perro a los pies y aquí no ha pasado nada.
El no lo sabe, porque no me ve.
Ni me ve a mi, ni ve al chofer, ni ve la parada del autobús, ni ve al perro, ni ve a nadie de los muchos que todos los viernes toman ese autobús.
Por eso se ha convertido en mi héroe.
Con un par de cojones.
Y es ciego.