jueves, 6 de marzo de 2014

LA CARTA




 XVIII Certamen de Narrativa de Mujeres convocado por la asociación de mujeres de Villamanrique de la Condesa, en colaboración con el Ayuntamiento.
                                                                5 MARZO DE 2014

RELATO GANADOR: "LA CARTA" 

AUTOR: Diego Rodríguez Solís 



Aunque no te hayas dado cuenta todavía, sé que ya no me quieres.

Y puede que ahora, al leer estas líneas, no encuentres comprensión a mis palabras; pero, créeme: no es amor lo que por mí sientes y creo que nunca lo fue.
Yo me he dado cuenta tarde.
 Más tarde de lo que hubiera querido, pero, así son las cosas: nadie nace sabiendo y más vale remediar que curar.

Por eso me voy.
No trates de encontrarme porque no te lo voy a poner fácil.

He decidido no querer volver a verte nunca.
Ya tuve bastante.

Ahora trata de rehacer tu vida y trata ser feliz de una vez por todas ya que conmigo no lo has conseguido.
Creo que aún estás a tiempo.

No te preocupes por mí porque, aunque no te lo creas, sabré desenvolverme por mí misma y sin tu ayuda.
Es un reto que me he propuesto y puedes estar seguro de que lo conseguiré,
aunque no me creas capaz de conseguirlo.

Las veces que me has dicho que no servía para nada sólo han conseguido despertar en mí la curiosidad y cuestionar  tus palabras, y mira, por fin he dado el primer paso para, al fin, tener el convencimiento de que mentías cuando tan rotundamente me lo afirmabas.

Me va a costar trabajo, puede ser, el conseguir quitarte de mi pensamiento: no se borran tan a la ligera ocho años consecutivos escuchándote decir, día sí día no, lo poco que valgo.

Tantas veces me lo has dicho que hasta casi acabo creyéndolo.

Y si tan poco valía no sé cómo has tenido la paciencia entre comillas de aguantarme.

Con lo inteligente que eres, he debido de ser un losa para ti y para tu ego durante los años que ha durado esto que tú llamabas tan alegremente “lo nuestro”.

Pero no malinterpretes mis palabras porque, después de todo, he de reconocerlo, hasta días antes de dar este paso que doy ahora, he dudado de que yo estuviera cometiendo una locura dejándote así, como quien abandona a un perro en la cuneta de la carretera un día soleado de verano.

Yo no soy así, y me hubiera gustado habértelo dicho en persona, mirándote a los ojos… pero ahí  he sido cobarde, lo reconozco: no he querido recrearme  al contemplar la cara que se te quedaba cuando escucharas mis palabras.

No me debes nada.
Lo nuestro, afortunadamente, queda saldado en estos mismos momentos.

Afortunadamente he aprendido a ser consciente de lo mucho que valgo  y  lo podré demostrar  en el mismo momento en que cruce la puerta de  la que, hasta hoy, ha sido nuestra casa.

Aún recuerdo la primera vez que cruzamos ese umbral, el día que decidimos venirnos a vivir juntos.
Todo idílico y maravilloso para los dos, más para ti, reconócelo, porque desde entonces, has tenido mujer y criada a precio de saldo, por no decir más cosas…

Mira si has sido listo que incluso me convenciste para hacerme creer que los niños serían tan sólo un estorbo en nuestra idílica y mágica relación.

Claro, no querías que nadie se entrometiera en lo nuestro, bueno, mejor dicho, en lo tuyo.
Supiste marcar bien tu territorio, libre y sin nadie que pudiera hacerte sombra.

Fuiste listo, lo reconozco, porque, sabiendo de la ilusión que me hacía el poder formar una familia, hiciste que creyera que no era lo adecuado en su momento, tu momento, y que,  conforme fueron pasando los años, fue tema tabú en nuestras vidas, porque sacar el tema era molestarte.

Ahora, aún  doliéndome el recordarlo, he de  reconocer que te lo agradezco lo suficiente porque  ello hubiera sido un inconveniente para dar el paso que ahora doy.

Afortunadamente y muy a tu pesar, pude conservar las amistades que tú señalabas como innecesarias en nuestra relación y ellas, algunas de las cuales te calaron al primer instante, me han tendido la mano y, desinteresadamente, están ahí esperando mi llamada.

Mira que me advertiste una y otra vez que no me convenían y que no traerían más que problemas a nuestra casa.
No veas lo que me alegra el no haberte escuchado en tu momento, cuando me limpiabas el cerebro tratando de poner mierda y más mierda de por medio para que las dejara de lado.
Esas personas, para que lo sepas, han creído en mí más que tú en toda esta historia de mentira en la que has logrado enrocarme durante estos largos años.

Pero, no te sientas molesto por mí, créeme que te lo digo de verdad: te doy las gracias porque he sido más fuerte que tú al respecto y he conseguido, pese a la adversidad, que siguieran creyendo en mí y en mis posibilidades, más incluso que yo misma.

Te dejo la casa limpia, como a ti te gusta encontrarla cada vez que tienes oportunidad de recordármelo.
A ver el tiempo que te dura.

Me permito esta frivolidad porque sé que este ha sido tu caballo de batalla conmigo durante todo este tiempo y por lo visto para lo único que he servido y valido durante los años que hemos compartido.

No me importa no haber podido desarrollarme contigo como persona porque, tarde, me he dado cuenta tarde, tú no has sido persona conmigo sino más bien, el  enemigo que día tras días dormía al otro lado de mi almohada.

Si tengo que darte las gracias por algo es por haber sido la gota que ha colmado el vaso de mi paciencia.

No me puedo permitir otro día más como hasta ahora porque todos los días terminan siempre siendo lo mismo y lo que es peor, haciendo que me parezca poco a poco, más a ti, y por ahí que no paso porque no me da la gana.
Contigo, ya hay bastante.

Yo me entiendo.

Soy consciente de la incertidumbre que te puedo crear, pero estoy convencida de que acabaras alegrándote de que lo que hasta hoy ha sido un estorbo para ti, un lastre, un inconveniente, como tantas y tantas veces me has hecho saber, acabe saliendo de tu vida.

No tienes que preocuparte por mi supervivencia en un futuro inmediato: voy a volver a trabajar porque me siento capacitada para ello.

A ti no te ha gustado y de hecho no has dejado que durante este tiempo pudiera hacerlo.
Siempre aludías a que con la casa ya tenía trabajo bastante como para estar todo el día fuera.
Ahora sí tengo perspectivas de poder trabajar y de poder ganar por mí misma el pan que llevarme a la boca.

Mira tú por donde no vas a tener que mantenerme más, como en tantas ocasiones me has reprochado.
Lo conseguiré porque he descubierto lo mucho que valgo,  que tengo la capacidad para hacerlo por mí misma y no he de sentirme avergonzada por ello.

Me he preguntado muchas veces cómo he podido creerme todo lo que me decías y cómo he podido estar tan ciega como para seguir a pié juntillas lo que decías de mí.
Al final, tan sólo he descubierto que ha sido porque te quería y porque estaba convencida de que eras el hombre que merecía.

Aún hoy cuando estoy apunto de salir de esta casa, algo me dice en mi interior que no estoy obrando contigo como debiera: creo que es claro el caso de mi dependencia hacia ti, pero que poco a poco sabré superar.
Estoy convencida.

Convencida y feliz de  haya llegado el punto final que tanto anhelabas, que tanto querías.
Me dí cuenta tarde de que tanto punto y seguido no llevaba a solucionar el final de esta historia.

Ayer, por primera vez, pude ver mi miedo reflejado en tus ojos y esa oportunidad no te la puedo dar.

He elegido un camino y creo que tengo todas las cualidades como para poder recorrerlo sola.

Hace tiempo que no tomaba una decisión de este calibre y créeme si te digo que, hacía tiempo que la ilusión que ya creía perdida, ha vuelto a prender en mí como nunca antes creí que pudiera hacerlo.

Hoy veo las cosas más claras y más a mi alcance, poco a poco, pero las veo.

Las veces que has intentando que mi futuro estuviera ligado a ti y a tu persona no han dado resultado.

Aquí tienes un claro ejemplo.

El ejemplo de alguien que te sobrevive, que no sucumbe del todo a todo cuánto has maquinado y planeado para que todo gire alrededor tuyo.

Has conseguido que el mismo miedo que ayer puede ver en tus ojos, que no eran más que el reflejo del miedo que sentí al mirarme en ellos, has conseguido como digo, que ese miedo me haga ver la realidad de una vez por todas y dar este paso que supone mi liberación y también la tuya.

Por eso, aunque no lo sepas todavía, sé que ya no me quieres.

Ni me quieres ahora ni me has querido antes.
Y por eso, para que puedas darte cuenta de que esto que ahora doy por concluido, ha sido para ti tan sólo una mala pesadilla.

Un mal sueño para ti que ahora por fin vuelve a la realidad.

La realidad que te mereces, sin mi presencia, sin mí. Solo…

Porque solo es como alguien como tú debe estar y sentirse; vacío por dentro;  sin entrañas ni corazón ni sangre ni remordimientos como para comprender el verdadero significado  de esta carta de despedida que te dedico y que escribo, con el convencimiento de que, por fin, volverás a ser todo lo libre que tu conciencia y tu poca capacidad para todo pueda encontrarle.